

Autobiografía
Creo que la vida de un hombre descrita en detalle es más verdadera
y proporciona más información que la descripción de vida de toda una familia.
Samuel Beckett
Desde el Renacimiento, la norma biográfica había seguido el guión marcado por un modelo de mímesis, de igual modo que el arte se representaba siguiendo el patrón del naturalismo y el realismo. Pero con la Modernidad y la caída de las normas institucionales, grandes relatos, este modelo se fractura y, por consiguiente, el artista se forja una personalidad excéntrica y bohemia, y su biografía se convierte en el lienzo blanco donde pintar una auténtica obra de arte. Quizá sea en este punto donde la vida entra en la obra o la obra se convierte en el proyecto de vida. De aquí que muchas veces se asocie la biografía a una mitología individual, una idea construida sobre uno mismo, y es justo aquí cuando el dandy entra en acción.
Para Jean-François Chevrier, la biografía es la vida escrita o, más concretamente, el relato, más o menos verídico, de una vida (Formas biográficas, 2013). Ese “más o menos” deriva del afán del biógrafo en colocar la ficción en estos juegos de identidad. Pero, ¿cómo ha de ser la biografía de una persona cualquiera, sin hechos relevantes de fracasos ni éxitos? Según Marcel Schwob, el arte del biógrafo sería dar tanto valor a la vida de un pobre actor como a la vida del propio Shakespeare (Schwob, 1993).
Con la autobiografía uno pasa a situarse dentro de la narración en la que el mismo objeto de descripción es sujeto descriptor, se puede decir que la autobiografía es el único relato donde el yo del pasado y el yo del presente se dan cita en el mismo lugar. Como indica de Man, entre quien dice yo y quien escribe yo, dos espacios coexisten sin correspondencia (de Man, 1991). Por tanto, escribir la propia autobiografía, la historia de uno mismo, implica situarse en el espacio narrativo y dividirse en dos, mirarse desde fuera, a través de un espejo interior y proyectar esa imagen en el relato que es la imagen de uno mismo.
La autobiografía tiene mucho de evocación y de ensoñación, porque nos situamos en lugares y tiempos que nunca más volverán a ser, porque aun siendo nosotros, hemos dejado de serlo, como cuando Lidia Cabrera nos habla desde el exilio de una Cuba a la que nunca volverá siendo tal cual ella la recuerda. Cuando rememoramos el pasado, la fantasía se mezcla con la realidad, las brumas de los recuerdos se mezclan con deseos, miedos y olvidos y lo que nos viene devuelto es un recuerdo que no sabemos hasta qué punto dista o se parece a la realidad o es pura ficción. Es de esto cuando hablamos de "la crisis del testigo".
¿Quiénes somos cuando narramos? ¿Somos como queremos que nos narren los demás?¿Somos como creemos que somos o nos enmascaramos en otro sujeto, mezcla de lo que queremos ser y creemos ser? El género (auto)biográfico nos ofrece todas estas opciones. Dice Estrella de Diego que la estrategia básica para la autobiografía consiste en embellecer la propia historia o convertirla en un relato canalla, todo menos construir una autobiografía que sea la "autobiografía de cualquiera" (de Diego, 2011). Lo fundamental del proyecto autobiográfico es la construcción de una identidad, el situarnos como sujeto en el mundo a través de un escenario predominantemente privado.
Bibliografía
Chevrier, J.F., Formas biográficas, Madrid, Siruela, 2013.
De Diego, E., No soy yo. Autobiografía, performance y los nuevos espectadores. Madrid, Siruela, 2011.
De Man, P., La autobiografía como desfiguración, Suplementos Anthropos XXIX, volumen 29, 1991.
Cabrera, L., Itinerarios del Insomnio. Trinidad de Cuba, La Habana, Editorial Arte y literatura, 1974.
VVAA., "El mito del artista. Biografía/autobiografía". EXIT BOOK. Número 11, 2009.